21/8/08

Supersticiones XIX



Cuando una persona va a jugar al bingo por primera vez, también se convierte en una superstición. Lo llaman la suerte del principiante.

Una clienta muy querida y admirada por todos (digo esto por los valores que nos ha demostrado a lo largo de sus años como clienta) llegó un día a la sala acompañada por una chica a la cual tuvimos que hacer una ficha como clienta nueva.

Esta señora, como muchas personas, tiene su sitio preferido, pero ese día le dijo a su acompañante que eligiera ella la mesa donde sentarse, lo cual me extrañó.

Estaban las dos muy a gusto y relajadas cuando llegué a la mesa para venderle los cartones. La chica se puso un poco nerviosa y dijo que no quería cartones porque no sabía jugar, pero la señora insistió en que le dejara uno, y así lo hice.

La chica aprendió enseguida, con la gran suerte que cantó bingo.

Cuando llagué a la mesa para volver a venderles cartones les di la enhorabuena, y la señora me dijo: “yo lo sabía”. No sé porque estaba tan segura que la chica iba a cantar, a lo mejor es que era un poco pitonisa y yo no lo sabía.

Ella insistía partida tras partida en que le dejara un cartón. Casi daba la impresión que la obligaba.

Una de las veces que pasé por la mesa me dijo que era su sobrina y que como era la primera vez que entraba en un bingo tenía que cantar porque los principiantes siempre cantan. Pero sólo lo hizo una vez y ya no cantó más.

Cuando se iba a marchar me dijo: “bueno, la suerte del principiante ha funcionado, por lo menos ha cantado un bingo”. Y se fue feliz pensando que su sobrina había cantado por ser la primera vez que había entrado en un bingo.

De vez en cuando venía a la sala con ella, pero no cantaba más que el resto de los clientes.

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