¡Qué dolor de pies!

Con la llegada del frío cambiamos nuestros armarios y los vestimos de invierno, igual que hacemos con nuestro calzado.

A mi lo de cambiar la ropa de verano por la de invierno me da un poco de pena porque no me gusta demasiado pasar frío y llevo mejor el calorcito del verano, pero lo que me da verdadero dolor (de pies) es cambiar de calzado y pasar al zapato cerrado y las botas de invierno ¡es un suplicio!

Después de todo un verano con chanclas y zapatos descubiertos donde los pies están a sus anchas sin sufrir roce alguno, llega el invierno con su frío y los molestos zapatos cerrados que cuando te los pones por primera vez te rozan por todos los lados y terminas el día con ese característico mal humor que da el dolor de pies.

Ayer, salí con unos amigos que hacía tiempo que no veía, y claro está me puse unos zapatos cerrados que por cierto son muy bonitos, pero… ¡qué mal terminé el día! pensaba que nunca llegaría la hora de volver a casa y quitármelos.

Me pareció mentira cuando llegó ese momento y que descanso al desprendérmelos de los pies, pero… ¿qué ha pasado aquí? Los tenía hinchados, y con rozaduras por todos lados y algunas hasta me sangraban ¡Qué horror!

Metí los pies en agua con sal, me los curé con yodo y los tengo descansando en mis mulliditas zapatillas para que no sufran más, al menos hasta que los vuelva a encerrar en otros.

Lo primero que pensé fue tirarlos porque aunque son muy bonitos, el mal humor que tenía por el desagradable dolor de pies no me compensaba, pero después pensé y me dije: “si todos los años te pasa igual y al final terminas amoldándolos”

Así que aquí los tengo, al lado mía, pensando a ver que hago con ellos.

Os dejo un video de lo que yo creo que vendría bien en estos momentos.