Supersticiones XXXVII

Se nos derramó el vino en la cena de noche vieja y ¡cómo no!... salieron las supersticiones de mi padre en las que todos nos vimos involucrados.

Teníamos una feliz noche celebrando que seguíamos todos juntos un año más y que nos quedaban un par de horas para estrenar un nuevo año.
De pronto mi abuelita, con el mal pulso que tiene por la edad, fue a coger algo de la mesa, no se qué, cuando la pobre mía no pudo controlar su temblor y dejó caer la copa de vino de mi padre que estaba enfrente de ella. ¡Horror!... a mi padre se le cambió la cara y empezó a coger vino de la mesa y a ponérselo en la frente diciéndonos que hiciéramos lo mismo para atraer a la buena suerte y todos nos pusimos a hacerlo. Pasamos así un buen ratito de risas y si encima lo que nos decía mi padre era verdad pues mejor que mejor.

También dicen que si se derrama champán debes de tocarlo con la punta de los dedos y dártelo sobre el lóbulo de la oreja para conseguir una felicidad eterna.
Una botella de esta bebida espumosa también se suele romper contra una embarcación en su botadura para desearles con este gesto buena suerte en su travesía. Si algún día me toca la lotería y me compro un barco así lo haré.

Hoy no quiero irme sin antes agradecer los maravillosos regalos de reyes que me han hecho mis amigo Esther y Juancar. En estos meses que llevo de bloguera he conocido a muy buenas personas, y vosotros sin duda alguna estáis entre ellas.

Gracias Esther por estar siempre ahí y regalarme tus poesías, tus bellas historias y sobre todo tu cariño y simpatía.

Gracias Juancar por ser tan noble y sobre todo por ser mi amigo y estar a mi lado día a día.