Mi primer cartón

Todo tiene un principio con su aprendizaje y su rodaje, aunque parezca que estoy hablando de un coche no es así. Hablo de cualquier cosa en la vida, desde aprender a andar hasta… Cuando empecé a trabajar en el bingo yo también tuve mi primera venta de cartones y fue un poco…, bueno bastante bochornosa.
Por fin llegó el gran día, estaba bastante nerviosa, porque como quien dice, era mi primer contacto directo con el público como vendedora.
Llegué por la mañana como todos los días, cumplí con mis funciones y antes de abrir la sala al público me dijo el jefe de sala: “Carmen hoy vas a empezar a vender cartones”. No os podéis ni imaginar lo nerviosa que me puse, ya no podía ni desayunar porque los nervios me ocuparon el estómago y eran tantos que no me cabía nada mas. Aunque me considero una persona valiente y con iniciativa, en ese momento no sé que me pasó, pero no pude controlar mis nervios, con la gran suerte que solo me duraron hasta que se abrió la sala. Me pusieron al lado de una compañera, que por cierto es una gran profesional, y en la segunda partida que se vendía me dijo que ya era mi hora y con toda la tranquilidad que se apoderó de mí cogí los cartones, me dirigí a la primera mesa y le pregunté a la señora ¿cuantos cartones juega? Ella me miró, se sonrió y me dijo que dos, a continuación me dirigí a separar dos cartones de la serie, intentando demostrar seguridad, pero lo único que conseguí fue partirlos por la mitad, pasaron décimas de segundo hasta que reaccioné pidiéndole mil perdones y roja como un “tomate cherry” con la gran suerte que la señora entendió perfectamente la situación y me dijo que no me preocupara porque los números se veían perfectamente y a ella no le importaba. No podéis ni imaginar el alivio que sentí cuando oí esas palabras, me aseguré de que eso no me volviera a pasar y claro está no me pasó nunca más, aunque sí me han pasado muchas otras cosas y seguro que más bochornosas porque al fin y al cabo se notaba que era principianta. Ya os seguiré contando.