
Llevaría trabajando un par de horas aproximadamente, y de pronto una señora se sentó en una mesa de mi rango, me pidió un cartón lo pagó y se volvió a la suya.
Cuando comencé a vender la siguiente partida y llegué de nuevo a la misma mesa, la señora estaba de nuevo allí sentada, me volvió a pedir otro cartón y se marcho para jugarlo donde realmente estaba sentada. Eso mismo lo siguió haciendo durante unas cuantas partidas y nadie de la mesa le protestaba.
De pronto no sé que pasó, pero no estaba allí para comprarme el cartón, miré para la mesa donde estaba sentada y no se había ido, seguía jugando. Supuse que ya no quería cartones míos y no le dí importancia.
Pero a la siguiente partida, de nuevo estaba esperando para comprar un cartón de los míos y además un poco enfadada. Me dijo que porqué no la había esperado la partida anterior sabiendo que ella siempre me compraba un cartón y lo cierto es que me quedé un poco sorprendida ya que mi obligación como vendedora no era esperar a nadie sino venderle a todas las personas que estuvieran sentadas en mi rango.
Le dije que yo no sabía si eso lo iba a hacer todas las partidas y que si quería un cartón t

Desde ese momento me tuvo toda la tarde llevándole mi último cartón de cada partida y como me gusta complacer al cliente para verlo disfrutar, pues yo lo hacía con mucho gusto aunque terminé cansadísima. Desde entonces cada vez que entraba en la sala me buscaba y me decía al oído: cuando te sobre un cartón no lo revendas, me lo traes a mí que me das suerte… y yo así lo hacía.
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