19/6/08

Supersticiones X

Aunque parezca raro, el protagonista de la historia de hoy es un pañuelo.
Llevaba bastante tiempo observando a una señora que siempre llevaba uno en la mano. No es que le diera importancia, pero tengo que confesar que siempre que la veía me asaltaba la curiosidad.
No tenía confianza con ella como para preguntarle ya que hacía pocos meses que la veía por la sala.
El pañuelo se hizo famoso porque cada vez estaba más sucio, parecía que no lo lavaba nunca y mis compañeros se dieron cuenta igual que yo.
En ese tiempo fue cuando hice las prácticas de jefa de sala y ocupé mi nuevo puesto.
Un día por la noche, cuando terminamos la sesión y cerramos la sala al público hice mis tareas habituales como jefa de sala. Una de ellas es revisar todas las instalaciones de cabo a rabo y me llevé una sorpresa cuando me encontré el famoso pañuelo debajo de una mesa.
Al principio no me atrevía a cogerlo porque me daba un poco de…pero mi obligación es guardarlo durante un tiempo por si el cliente viene a reclamarlo. Y así lo hice.
Al día siguiente vino a la sala como lo hacía casi todas las tardes y lo primero que hizo fue preguntarle a un vendedor por el jefe de sala…y allí fui yo.
Era una señora bastante educada y me dijo que si teníamos un pañuelo que ella había perdido el día anterior, yo le dije que sí a la vez que la intriga me asaltaba nuevamente. Me fui a la mesa de control, lo cogí y se lo llevé a la mesa donde estaba sentada. Me dio las gracias y se puso a jugar.
Cuando se iba volvió a preguntar por mí. Nuevamente me dirigí a ella y me dijo que aunque el pañuelo tenía mal aspecto sólo era de tenerlo en la mano ya que gracias a él cantaba un bingo de vez en cuando, pero que ya no sabía si volvería a cantar porque nadie podía tocarlo y yo lo había hecho.
Después de todo me quedé un poco mustia porque pensaba que iba a darle una alegría al devolvérselo y no un disgusto por haberlo tocado.

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