Un día navegando

Este fin de semana he estado en un acontecimiento un poco especial para mí, ya que nunca había estado en nada igual.
Resulta que unos amigos se han comprado una pequeña embarcación y me invitaron a que asistiera a su botadura, lo cual me hizo mucha ilusión. No sé porqué, pero el sábado me desperté antes de lo habitual pensando en no llegar tarde. Salimos antes de lo previsto y nos encontramos a la embarcación por el camino, ya que ella tiene que salir antes porque como va remolcada hasta el puerto marítimo no puede coger mucha velocidad.
Llegamos los primeros cargados con bocadillos, tortillas de patatas…y una gran nevera llena de bebidas. Por supuesto entre todas estas cosas llevábamos crema solar de alta protección, ya que teníamos la intención de pasar un gran día y que no lo estropeara nada. No me importó esperar ya que no quería perderme nada de este acontecimiento. Por fin llegó el protagonista, que visto de cerca era más grande que a distancia. Lo pusieron en posición, entró en el agua y todos nos pusimos a aplaudir.
Nos subimos y pasamos un día fantástico ya que no hizo demasiado calor.
Si soy sincera tengo que decir que todo esto está muy bien para pasar un día, pero creo que nunca me compraría un barco ya que todo este mundo tiene que gustar mucho porque necesita mucha atención y dedicación y mi forma de pensar es que si estoy de descanso es… para descansar.
No es la primera vez que subo a un barco para pasar el día, por eso puedo decir que todo esto no me va demasiado, aunque de vez en cuando no me importa porque me divierto.
Supongo que hay personas que piensan todo lo contrario y disfrutan de la náutica.

Me gustaría saber sus vivencias para ver si aprendo a disfrutar de todo este mundo.