Un día, estando ya como jefa de sala, me avisaron con bastante urgencia para que me acercara a admisión.
Cuando llegué había una señora y una chica esperando. No me imaginaba cual podía ser el problema y allí estaba para que me lo explicaran.
La compañera de admisión me explicó que la señora estaba registrada con todos sus datos, pero que la chica no. Además no tenía el D.N.I. para poder identificarse y hacerle una ficha como clienta nueva. Por lo visto, la chica quería que la registraran simplemente diciendo los datos, sin ningún documento que lo confirmara y, eso es imposible.
Estuvimos un buen rato hablando y por fin les hice entender que de esta manera cualquiera podría entrar en la sala y ante todo está la seguridad de los clientes y por su puesto la nuestra sabiendo que todo está en orden.
Volvieron al día siguiente y lo primero que hicieron fue llamarme para que viera que traían la documentación y a continuación me dijeron: “ahora sólo nos queda que nos des un binguito”.
Como todo el mundo sabe eso no está en mis manos, pero lo que sí podía hacer era desearles mucha suerte y así lo hice.
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