Supersticiones XLIII

¿Quién no ha oído alguna vez que una pata de conejo trae buena suerte?
Pues bien, ya sabéis que esta es una de mis intrigas, saber de donde vienen las supersticiones y cómo influyen en nuestras vidas.

Hoy me he encontrado en un cajón una pata de conejo y ni siquiera me acuerdo desde cuando la tengo ni de cómo llegó hasta mí, pero yo la tenía guardada.
Me he puesto a investigar en nuestro amigo Google a ver si me decía algo sobre esta superstición y me he asombrado de lo que he encontrado.

Su origen está en la antigua creencia de que cada pueblo descendía de un animal, que no podía ser cazado ni comido. Seguramente, los celtas nos trajeron la creencia de que el nuestro era el conejo. Seis siglos antes de Cristo ya era utilizada como amuleto para alejar el mal. Además, la pata de conejo era también un símbolo fálico capaz de hacer fértiles a las mujeres.

En Europa, la suerte atribuida a una pata de conejo, se debe a una creencia arraigada en un antiguo totemismo, porque el hombre, que se adelantó al darwinismo en varios miles de años pensaba que descendía de los animales. Cada tribu tenía un animal como mascota.

En la literatura bíblica, esa creencia es el origen de numerosas leyes dietéticas que prohíben el consumo de ciertos animales totémicos. También hemos heredado del totemismo la costumbre de utilizar una mascota para los deportes, que ha de atraer la buena suerte para el equipo.

Hemos abandonado la costumbre de llevar de un lado para otro la imagen de nuestro tótem identificativos, pero permanece entre nosotros la costumbre de llevar una pata de conejo para tener buena suerte.

Los celtas, por ejemplo, creían que este animal pasaba tanto tiempo bajo tierra porque mantenían una comunicación secreta con el mundo subterráneo de los númenes. Así que los conejos disponían de una información que a los humanos les estaba negada. Y el echo de que la mayoría de los animales, entre ellos el hombre, nazcan con los ojos cerrados, y que los conejos llegan al mundo con los ojos abiertos de par en par, les confirió una imagen de sabiduría. En realidad es la liebre la que nace con los ojos abiertos porque el conejo lo hace con los ojos cerrados.

Sin embargo fue la fecundidad del conejo la que contribuyó a dar a ciertas partes de su cuerpo su más intensa relación con la buena suerte y la prosperidad. Poseer cualquier parte del conejo como la cola, una oreja o la pata aseguraba la buena fortuna a cualquier persona.

Entonces ¿qué hago yo ahora con mi pata de conejo? ¿la tiro y me busco una de liebre?